Hay amores que empiezan con un anuncio y terminan en la quincena, y otros que se quedan en el carrito de compras para siempre.
La verdad a todos nos ha pasado ver una marca y sentir una conexión inmediata, pero ese sentimiento no es gracias a magia ni a una coincidencia del universo, debajo de todo eso hay un branding bien ejecutado, una estrategia con buena planeación y un excelente diseño.
Porque sí, nos enamoramos de ciertas marcas como si fueran nuestros crush de secundaria, y de seguro te estás preguntando: ¿cómo replico ese efecto sin tener que regalar un iPhone en cada campaña? Fácil no es, pero imposible tampoco.
Lo primero, las marcas que nos conquistan nos hacen sentir vistos, como si nos estuvieran leyendo la mente. Hablan nuestro idioma, entienden nuestros memes, se ríen de lo mismo que nosotros, nos tiran indirectas que parecen directas y nos mandan newsletters que sí dan ganas de abrir. Y eso pasa porque saben quiénes somos, saben qué nos da risa, qué nos da cringe, qué apps usamos, con qué canción nos bañamos y qué emojis usamos más seguido.
Luego está la personalidad, y con esto no nos referimos a las “vibes” que nos da el logo, sino a tener una voz clara y coherente. Las marcas que recuerdas son las que tienen identidad. No quieren caerle bien a todos, pero sí ser inolvidables para sus clientes. Pueden ser irreverentes, cursis o elegantes, pero nunca se disfrazan, al contrario, lo que ves es lo que son.
Otra razón por la que nos enamoramos es porque cuidan los detalles, desde el unboxing hasta el mensajito de “tu pedido ya va en camino”, hay marcas que te hacen sentir que cada interacción es una cita romántica. Tú también puedes hacer eso, piensa en tu cliente como tu date, ¿le pondrías atención?, ¿le llevarías su dulce favorito?, ¿te vestirías bonito? Pues eso mismo haz con tu contenido, tus procesos y hasta con tu empaque.
También está la consistencia, las marcas que nos atrapan no cambian de personalidad como uno cambia de opinión. Evolucionan, sí, pero siguen siendo ellas. No son aburridas, son constantes y eso da paz, confianza y familiaridad.
Y por último, el ingrediente secreto son las historias. Las marcas que nos hacen suspirar no solo venden cosas, venden ideas, recuerdos, estilo de vida. Nos inspiran, nos abrazan, nos dan ganas de contarle a otros que las conocimos.
Entonces, si quieres que la gente se enamore de tu marca, deja de gritar “cómprame” y empieza a decir “te entiendo”.
Es momento de mirar a tus clientes como personas y no como transacciones.
Y si te sientes perdido, tranquilo, que en Ciruela Chabacano somos expertos en hacer match entre marcas y personas, échanos un mensajito.